Apuntes para un Manifiesto Neoludita //////////////////////////////////// Chellis Glendinning, 1990 La mayoría de los estudiosos de la historia europea desestiman a los luditas de la Inglaterra del siglo XIX como "destructores de máquinas imprudentes" y "vándalos" dignos de mención únicamente por sus tácticas audaces. Sin embargo, al profundizar más allá de esta interpretación, encontramos un movimiento social complejo, reflexivo y poco comprendido, cuyas raíces se encuentran en un choque entre dos cosmovisiones. La cosmovisión que los luditas del siglo XIX desafiaron fue la del capitalismo de libre mercado, con su creciente concentración de poder, recursos y riqueza, racionalizada por su énfasis en el "progreso". La visión del mundo que defendían era más antigua y descentralizada, y proclamaba la interconexión del trabajo, la comunidad y la familia a través de gremios artesanales, redes aldeanas y municipios. Veían las nuevas máquinas que los propietarios introdujeron en sus lugares de trabajo —las máquinas de hilar y las esquiladoras— como amenazas no solo para sus empleos, sino también para la calidad de sus vidas y la estructura de las comunidades que amaban. En última instancia, la destrucción de estas máquinas fue un último intento desesperado de un pueblo cuya sociedad se encontraba al borde de la destrucción. Asaltados por la tecnología La controversia actual sobre la tecnología recuerda a la de la época ludita. Nosotros también nos vemos asediados por una nueva generación de tecnologías: televisión bidireccional, fibra óptica, biotecnología, superconductividad, energía de fusión, armas espaciales, supercomputadoras. Nosotros también presenciamos protestas contra este ataque. Un grupo de estudiantes de Berkeley se reunió en Sproul Plaza para patear y destrozar televisores como un acto de "terapia para las víctimas de la tecnología". Una empresaria de Los Ángeles irrumpió en la Base Aérea de Vandenberg y destrozó una computadora relacionada con armamento con una barreta, cizallas, un martillo y un taladro inalámbrico. En India, los aldeanos resisten la tala de sus bosques envolviéndose alrededor de los troncos de los árboles. Los habitantes de las cercanías del aeropuerto de Narita, en Japón, se sientan en la pista para impedir el despegue y aterrizaje de los aviones. En Alemania Occidental, se escalan las chimeneas de las fábricas para protestar contra las emisiones que provocan la lluvia ácida, la cual está devastando la Selva Negra. Neoluditas desesperados Estos actos evocan las preocupaciones y el compromiso de los luditas del siglo XIX. Los neoluditas son ciudadanos del siglo XX —activistas, trabajadores, vecinos, críticos sociales e investigadores— que cuestionan la visión moderna predominante, la cual pregona que la tecnología desenfrenada representa el progreso. Los neoluditas tienen el valor de contemplar la magnitud de la catástrofe de nuestro siglo: las tecnologías creadas y difundidas por las sociedades occidentales modernas están fuera de control y profanando el frágil tejido de la vida en la Tierra. Al igual que los primeros luditas, nosotros también somos un pueblo desesperado que busca proteger los medios de subsistencia, las comunidades y las familias que amamos, las cuales se encuentran al borde de la destrucción. ¿Qué es la tecnología? Así como los movimientos sociales recientes han cuestionado la idea de que los modelos actuales de roles de género, organizaciones económicas y estructuras familiares sean necesariamente "normales" o "naturales", el movimiento neoludita ha llegado a reconocer que el progreso tecnológico y los tipos de tecnologías que se producen en nuestra sociedad no son simplemente "la forma en que son las cosas". Como señaló el filósofo Lewis Mumford, la tecnología consiste en más que máquinas. Incluye las técnicas de operación y las organizaciones sociales que hacen que una máquina en particular funcione. En esencia, una tecnología refleja una cosmovisión. Las formas particulares de tecnología —máquinas, técnicas y organizaciones sociales— que surgen de una cosmovisión particular dependen de su percepción de la vida, la muerte, el potencial humano y la relación de los seres humanos entre sí y con la naturaleza. A diferencia de las cosmovisiones de la mayoría de las culturas del mundo (especialmente las de los pueblos indígenas), la visión que subyace a la sociedad tecnológica moderna fomenta un enfoque mecanicista de la vida: el pensamiento racional, la eficiencia, el utilitarismo, el distanciamiento científico y la creencia de que el lugar del ser humano en la naturaleza es de propiedad y supremacía. Entre las tecnologías resultantes se encuentran las centrales nucleares, los rayos láser y los satélites. Esta cosmovisión ha creado y promovido el complejo militar-industrial-científico-mediático, las corporaciones multinacionales y la expansión urbana descontrolada. Detener la destrucción causada por estas tecnologías no solo requiere regular o eliminar elementos individuales como los pesticidas o las armas nucleares. Requiere nuevas formas de concebir la humanidad y nuevas maneras de relacionarnos con la vida. Requiere la creación de una nueva cosmovisión. Principios del Neoludismo 1. Los neoluditas no son antitecnológicos. La tecnología es intrínseca a la creatividad y la cultura humanas. A lo que nos oponemos son las tecnologías que, en esencia, son destructivas para la vida humana y la comunidad. También rechazamos las tecnologías que emanan de una cosmovisión que considera la racionalidad como la clave del potencial humano, la adquisición material como la clave de la realización personal y el desarrollo tecnológico como la clave del progreso social. 2. Todas las tecnologías son políticas. Como escribe el crítico social Jerry Mander en sus "Cuatro argumentos para la eliminación de la televisión", las tecnologías no son herramientas neutrales que puedan usarse para el bien o para el mal según quién las use. Son entidades que han sido estructuradas conscientemente para reflejar y servir a intereses poderosos específicos en situaciones históricas específicas. En consecuencia, tienden a crear sistemas e instituciones sociales rígidos que las personas no comprenden y no pueden cambiar ni controlar. Como señala Mander, la televisión no solo lleva entretenimiento e información a los hogares de todo el mundo. Ofrece a las corporaciones un método infalible para expandir sus mercados y controlar el pensamiento social y político. (También dificulta la comunicación familiar y limita la experiencia vital de las personas al mediar la realidad y reducir su capacidad de atención). De manera similar, el dispositivo intrauterino Dalkon-Shield no solo facilitó el control de la natalidad para las mujeres. Generó enormes ganancias para los empresarios en un momento en que la generación más numerosa jamás nacida en Estados Unidos alcanzaba la mayoría de edad y los anticonceptivos orales estaban en descrédito. (También perjudicó a cientos de miles de mujeres al provocar abortos sépticos, enfermedad inflamatoria pélvica, desgarros uterinos, esterilidad y muerte). Crítica de la tecnología 3. La visión personal de la tecnología es peligrosamente limitada. El mensaje tan común de "pero no podría vivir sin mi procesador de textos" niega las consecuencias más amplias del uso generalizado de las computadoras (contaminación tóxica de los trabajadores en las fábricas de electrónica y la consolidación del poder corporativo mediante el acceso exclusivo a la información en las bases de datos). Como señala Mander, los productores y difusores de tecnologías tienden a presentar sus creaciones en términos optimistas y utópicos. ¡Los pesticidas aumentarán la producción agrícola para alimentar a un planeta hambriento! ¡La energía nuclear será "tan barata que no valdrá la pena medirla"! ¡La píldora liberará a las mujeres! Aprender a criticar la tecnología exige examinar a fondo su contexto sociológico, sus ramificaciones económicas y sus implicaciones políticas. Se trata de preguntarse no solo qué se gana, sino también qué se pierde y quién lo pierde. Se trata de analizar la introducción de tecnologías desde la perspectiva no solo del uso humano, sino también de su impacto en otros seres vivos, los sistemas naturales y el medio ambiente. Programa para el Futuro 1. Como medida para afrontar las consecuencias de las tecnologías modernas y prevenir una mayor destrucción de la vida, abogamos por el desmantelamiento de las siguientes tecnologías destructivas: Tecnologías nucleares: causan enfermedades y muerte en cada etapa del ciclo del combustible; Tecnologías químicas: alteran los procesos naturales mediante la creación de sustancias químicas sintéticas, a menudo tóxicas, y dejan residuos tóxicos e indeseables; Tecnologías de ingeniería genética: crean mutágenos peligrosos que, al liberarse en la biosfera, nos amenazan con riesgos sin precedentes; Televisión: funciona como una fuerza centralizada de control mental, perturba la vida comunitaria y contamina el medio ambiente; Tecnologías electromagnéticas: cuya radiación altera la dinámica eléctrica natural de los seres vivos, causando estrés y enfermedades. y tecnologías informáticas — que causan enfermedades y muerte durante su fabricación y uso, fortalecen el poder político centralizado y alejan a las personas de la experiencia directa de la vida. Tecnología por y para el pueblo 2. Abogamos por la búsqueda de nuevas formas tecnológicas. Como defiende el politólogo Langdon Winner en Tecnología Autónoma, abogamos por la creación de tecnologías por parte de las personas directamente involucradas en su uso, no por científicos, ingenieros y empresarios que se benefician económicamente de la producción y distribución masiva de sus invenciones y que desconocen el contexto en el que se utilizan sus tecnologías. Abogamos por la creación de tecnologías con una escala y estructura que las hagan comprensibles para las personas que las usan y se ven afectadas por ellas. Abogamos por la creación de tecnologías con un alto grado de flexibilidad para que no impongan una huella rígida e irreversible en sus usuarios, y abogamos por la creación de tecnologías que fomenten la independencia de la adicción tecnológica y prometan libertad política, justicia económica y equilibrio ecológico. 3. Favorecemos la creación de tecnologías que fusionen política, moral, ecología y tecnología en beneficio de la vida en la Tierra: fuentes de energía comunitarias que utilicen energía solar, eólica y Tecnologías del agua —que son renovables y mejoran tanto las relaciones comunitarias como el respeto por la naturaleza—; tecnologías orgánicas y biológicas en agricultura, ingeniería, arquitectura, arte, medicina, transporte y defensa —que se derivan directamente de modelos y sistemas naturales—; tecnologías para la resolución de conflictos —que enfatizan la cooperación, la comprensión y la continuidad de las relaciones—; y tecnologías sociales descentralizadas —que fomentan la participación, la responsabilidad y el empoderamiento—. 4. Favorecemos el desarrollo de una visión del mundo que promueva la vida en las sociedades tecnológicas occidentales. Aspiramos a inculcar en estas sociedades una percepción de la vida, la muerte y el potencial humano que integre la necesidad humana de expresión creativa, experiencia espiritual y comunidad con la capacidad de pensamiento racional y funcionalidad. Concebimos el papel del ser humano no como el de dominador de otras especies y de la biología planetaria, sino como integrado en el mundo natural, con aprecio por la sacralidad de toda vida. Prevemos un futuro sostenible para la humanidad si las sociedades tecnológicas occidentales reestructuran sus proyecciones mecanicistas y fomentan la creación de máquinas, técnicas y organizaciones sociales que respeten tanto la dignidad humana como la integridad de la naturaleza. Al avanzar hacia dicha transición, somos conscientes de lo siguiente: no tenemos nada que perder, salvo un modo de vida que conduce a la destrucción de toda forma de vida. Tenemos un mundo que ganar. Titulo Original: "Notes toward a Neo-Luddite Manifesto"